En esta segunda entrada explicaré el enfoque del coaching ontológico.

Coaching ontológico

El coaching ontológico parte de la idea de que el lenguaje tiene el poder de generar la realidad y por lo tanto, también de transformarla.

El lenguaje no solo describe la realidad  sino que es la materia prima desde la que interpretamos y vemos el mundo. Al utilizar un tipo de lenguaje en vez de otro, podemos generar un tipo de acciones en vez de otras. De esta forma, vamos configurando nuestro ser y asumiendo en nosotros mismos lo que consideramos que somos capaces de hacer, lo que nos merecemos, lo que valemos…

El lenguaje es acción porque a través de las conversaciones, creamos posibilidades. Abrimos o cerramos opciones, encontramos soluciones, tomamos decisiones, emprendemos nuevos retos… El lenguaje tiene un impacto definitivo sobre nuestra realidad y sobre nuestro futuro.

Somos lo que somos en función de nuestras acciones. La manera en que actuamos en el mundo va conformando el ser que somos y, con él, la imagen que tenemos de nosotros mismos y también la imagen que proyectamos a los demás. Cuando afirmamos que somos de una manera determinada actuamos en consecuencia (y en congruencia) con dicha manera de ser y al mismo tiempo nos limitamos a nosotros mismos a no actuar de la manera opuesta. Una persona que diga de sí mismo: “Yo soy una persona tímida”, actuará en consecuencia, mostrándose reacio a iniciar nuevas relaciones, a comenzar conversaciones. Tenderá a pensar, por ejemplo, que su timidez es una cualidad de su ser que no puede ser modificada.

En coaching ontológico se dice que el ser se constituye en el lenguaje. En otras palabras, a través de las conversaciones, vamos construyendo (y proyectando) una imagen determinada sobre nosotros mismos, que es la que da forma y cualidad al ser que somos.

Por otra parte, se sostiene que el ser no está compuesto de cualidades fijas e inamovibles y cerradas al aprendizaje. Por el contrario, el camino que va de las acciones a la constitución del ser, puede recorrerse también en el sentido inverso. Es decir, que si a través de la palabra y de las acciones se constituye mi ser, puedo también modificar el ser que estoy siendo a través de la palabra y de las acciones. Siguiendo con el ejemplo anterior, una persona tímida podría actuar como si fuera una persona abierta y sociable, durante el tiempo suficiente como para consolidar una nueva imagen personal y proyectada y, en consecuencia, un nuevo ser. Si la palabra es acción y la acción construye mi ser, puedo entonces modificar mi ser a través de la palabra.

Dada la importancia de la palabra, el coaching ontológico trabaja con las conversaciones del cliente. El punto de atención se centra en su manera de conversar, en sus conversaciones públicas y privadas, en qué y cómo utiliza lo que en coaching ontológico se conocen como actos lingüísticos que  se emplean habitualmente en la comunicación y que, cuando se manejan con habilidad, otorgan un enorme poder conversacional a quien los emplea. El análisis de estos actos lingüísticos y la identificación de dificultades en cualquiera de ellos, es una parte importante del proceso de coaching.