Liderar equipos de trabajo no es algo que deba hacerse solamente desde lo racional. Hoy en día los trabajadores de las empresas son más conscientes de su adaptabilidad dentro de una empresa y la conexión emocional es fundamental para gestionar un equipo de trabajo. Las relaciones interpersonales son claves para entender el buen funcionamiento de una compañía.

En los últimos años los empleados parecen estar más alertas a su entorno. Muchos exigen una coexistencia más natural dentro de un ambiente de trabajo. Los empleados están cansados de jugar roles y asumir papeles que muchas veces los hacen sentir incómodos. Simplemente quieren ser ellos mismos. Debemos tener en cuenta de que estamos hablando de un entorno profesional, donde más allá de la parte remunerativa, está lo emocional, lo que despierta en el trabajador una cierta pasión que hará de su trabajo algo mucho más enriquecedor y, a la postre, más beneficioso para la empresa.

Alguien que trabaja con pasión es mucho más productivo que alguien que lo hace por el mero hecho cumplir con su trabajo. Un estudio de Deloitte hecho en 2013 mostró que cerca de 87,3% de los trabajadores estadounidenses no mostraba ningún tipo de pasión en el trabajo. Muchas veces esta carencia se debe al desconocimiento, por parte de los directivos, de las personas que están bajo su mando. Despertar el talento en un trabajador significa conocer su expectativas profesionales y saber si estas coinciden con sus expectativas personales.

El líder es un mentor

Según estadísticas de Mckinsey & Company, más del 50% de los altos directivos considera que la dificultad para desarrollar un buen liderazgo es un gran obstáculo para conseguir mejores resultados. Muchas veces los líderes de las empresas están tan centrados en su éxito personal dentro de la compañía que se olvidan de conectar emocionalmente con sus trabajadores, los que son, a la larga, quienes trabajan detrás del directivo para conseguir dichos logros. El liderazgo dentro de una compañía adquiere más valor cuando los jefes aumentan la productividad y consiguen formar un equipo de trabajo comprometido, que da lo mejor de sí para cumplir con los objetivos trazados por la empresa.

Para conseguir esto, el líder de una empresa necesita convertirse en un mentor, alguien que pueda ayudar a sus compañeros de trabajo a impulsar sus carreras, orientándolos por el camino que alinee intereses personales y profesionales. Y esto requiere de mayor conexión emocional y conocimiento tanto de él/ella mismo/a como del otro.

No todas las personas tienen las mismas expectativas, ni tienen porqué estar alineadas con lo que la empresa espera de ellas. Todos somos diferentes y eso es lo primero que hay que tener en cuenta.

Pero ello debemos seguir una serie de pasos:

  • Conócete a ti mismo. El primer paso es conocerse a uno mismo. Si no nos conocemos a nosotros mismos es muy complicado que podamos conocer realmente a los demás. Hacer conscientes las creencias, emociones y patrones aprendidos que gobiernan nuestra mente subconsciente es el primer paso. Algo que nos puede ayudar a conseguir esto es hacernos 4 preguntas: ¿Qué es para mí ser un líder? ¿Cómo sería si…? ¿Cuáles son mis valores? ¿Cuáles son mis intereses?
  • Conoce individualmente a cada miembro de tu equipo. Una vez que nos conocemos podemos conocer a los demás. Se pueden aplicar las mismas cuatro preguntas, pero en todo caso, el líder de una empresa tiene que mostrar un interés real, curiosidad en cómo son y qué mueve a las personas de su equipo. Aquí la empatía es muy importante. Ponerse en el lugar del otro es uno de los pilares de las relaciones laborales.
  • Concilia ese conocimiento con el de la empresa. El líder tiene que saber qué mueve a las personas de su equipo para empoderarlas y alinear sus intereses con los objetivos de la empresa

Las diferencias entre los miembros del equipo deben ser aprovechadas estratégicamente por los directivos de las empresa para crear y mantener los beneficios y oportunidades en cada uno de los departamentos de una empresa.

Un buen líder es consciente tanto de sus emociones como de los que trabajan a su alrededor. Él o ella buscará siempre que el entorno de trabajo sea óptimo para todos, que todos se sientan a gusto. Un buen liderazgo sabe cuáles son sus responsabilidades respecto al personal, los clientes y la organización. Esto demanda un verdadero entrenamiento consciente, pero una vez conseguido los beneficios serán evidentes a todos los niveles: bienestar laboral y resultados extraordinarios.